Camilo Ruiz
A escala nacional e internacional
es preciso adoptar políticas específicas que orienten el desarrollo de procesos
biotecnológicos, especialmente en el Tercer Mundo y los países en desarrollo,
para suavizar los posibles conflictos que se derivan de la competitividad
excesiva entre pequeños países sin necesidad de poner barreras proteccionistas
(que sólo las pueden establecer los países ricos, los únicos que disfrutan de ellas,
los pobres las padecen. Estas políticas deberían decidirse por alguna de las
tres alternativas posibles, en función de la capacidad tecnológica disponible:
- Tecnologías que generen productos de alto volumen
de producción, pero de bajo valor añadido, como metano, etanol, biomasa,
alimento animal, purificación de aguas y tratamientos de materiales de
desecho;
- Tecnologías que generen productos de menor volumen
y de valor añadido intermedio, como aminoácidos y ácidos orgánicos,
productos alimenticios, levaduras, acetona, butanol, polímeros, metales y
otros similares.
- Los productos de bajo volumen y alto valor añadido
se sitúan en otra escala de decisión política, como los antibióticos,
productos farmacológicos, enzimas, vitaminas y las tecnologías de transformación
genética aplicadas a la salud (terapias génicas y no génicas) y
agricultura (producción de organismos genéticamente modificados).
Las actividades del tipo (3),
para obtener productos finales de alto valor añadido, requieren normalmente un
fuerte capital como inversión a largo plazo, plantas industriales
especializadas y procesos sofisticados con altos costos de mantenimiento. Las
del tipo (2) exigen inversiones moderadas y operaciones menos complejas, pero
llevan a producir materiales de no muy elevado valor añadido, como alimentos y
bebidas, pesticidas y enzimas no purificadas. Los productos del tipo (1), de
bajo valor añadido y originados por procesos fermentativos sin alta
especificidad, como biogás y proteínas microbianas obtenidas de caldos de cultivo
que utilizan materiales de desecho, no requieren alta tecnología ni tampoco
inversiones elevadas. La mayoría de los países no desarrollados o poco
desarrollados sólo tienen acceso a esta última y, como mucho, a producciones
del tipo (2).
Además, es preciso tener en
cuenta que la opción inmediata por una determinada actividad biotecnológica
condicionará la economía derivada y el desarrollo de nuevas elecciones. Apostar
sin planificación por actividades biotecnológicas fáciles, que requieren bajo
capital inversor y baja tecnología, supone a la larga estancarse en niveles de
producción de materiales de baja calidad y escaso valor añadido. Por esta razón
los países de la OCDE han optado por establecer políticas sistemáticas sobre
ciencia y tecnología coordinadas y prioridades comunes, con énfasis especial en
la competitividad internacional. Entre estas prioridades destaca especialmente
el desarrollo de biotecnología útil para el desarrollo de la microelectrónica,
optoelectrónica, robótica e informática. De hecho, la biotecnología es una
ciencia típicamente multidisciplinar, cuya velocidad de desarrollo viene
dictada por el propio desarrollo de estas ciencias (auxiliares). Este tipo de
biotecnología, unida a la biotecnología tradicional de fermentación, será la
primera en dar frutos, dado el avance espectacular de la electrónica y la
robótica. Interesa a cada gobierno decidir qué áreas deben recibir financiación
específica, como incentivo para su desarrollo económico, pero también
estratégico y en el ámbito internacional. Creo que estas consideraciones
arrojan nueva luz sobre la importancia de la (justificación tecnológica y
económica), en comparación con su más resaltada (justificación médica)
( valor añadido :En términos económicos, el valor añadido es
el valor económico adicional que adquieren los bienes y servicios al ser transformados
durante el proceso
productivo. )
La biotecnología es muy importante para el desarrollo de la agroindustria, ya que gracias a esta se pueden mejorar y optimizar los procesos, la falta de inversión en este campo es lo que hace que las agroindustrias colombianas no tengan el desarrollo que deberían tener. Nosotros como futuros ingenieros estamos en la obligación de hacer hasta lo imposible por lograr desde nuestras posibilidades que la biotecnología se implemente desde las PYME, aunque como se sabe es algo muy difícil, pero el hecho es que se tiene que generar consciencia a nivel gubernamental y empresarial de la importancia de la biotecnología en el desarrollo y repunte de la agroindustria colombiana.
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