WILLIAM FREDY IMBACHI NOGUERA
En este pequeño espacio
mencionaré en sí de cómo la demanda y la oferta tienen grandes problemas que dependen
de muchos factores para que se mantenga favorable en su economía.
Cada día la industria exporta
menos, vende poco en el mercado interno, pero el comprador tiene más productos
y mejores precios; lo cual hace que el empleo agrario e industrial disminuya en
este sector, pero aumenta en otros como lo es servicios y comercio. Esta
división nos afecta en gran parte y surge por errores de la oferta local,
puesto que no comprende la demanda interna y externa, y nos conduce a la
necesidad de proteger nuestro mercado;
lo que nos permite importar más,, puesto que en el mercado local no se encuentran algunas cosas, y a su vez
exportamos menos, porque no satisfacemos lo que la demanda externa solicita; en
pocas palabras estamos produciendo lo que el mercado no necesita.
Un claro ejemplo se ve en la
comida que se consume a diario en hogares, restaurantes, etc. Porque empiezan a
cambiar los productos, por unos más desarrollados, que pasan de alimentos
fundamentados en carbohidratos a comidas de menor tamaño y con tendencia light,
o bien a comprar productos textiles que se acoplen a la moda que a la
durabilidad.
Estos sucesos cambian la
demanda interna, comprar más y distinto; pero la oferta se mueve a esa misma
velocidad. Es importante analizar el pasado paro agrario donde los colombianos
cambiamos los hábitos alimenticios lo cual causó buena parte de este, pues cada
día la gente consume menos arroz, papa y leche.
El desarrollo de la demanda en
nuestro país va mucho más rápido que la oferta, y esto causa que
inevitablemente se profundice el déficit comercial del país.
El comercio cada vez va
actualizándose en formatos y expandiéndose en centros comerciales, aumentando
la bancarización y mejorando la oferta de servicios, pero sucede que los
productos locales cumplen cada día menos las expectativas del mercado. Aún la
industria sigue produciendo
artículos básicos con valor agregado, quizás porque diseñaron y
construyeron su competitividad amparándose en el tipo de cambio y no por medio
de propuestas de valor dinámicas que permitieran satisfacer a los consumidores.
Este problema puede dar pié para que se generen nuevos problemas aún más
severos, como ¿proteger la industria local o favorecer al consumidor? A manera
de conclusión la respuesta debe ser un sano equilibrio que impulse la
productividad y construya valor, mientras los consumidores se benefician; pero
se debe tener un análisis riguroso del cambio de la demanda para que esto sea
posible.
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